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Trabajo
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Trasnacional asume responsabilidades

La firma GAP, trasnacional estadounidense de la confección, suscribió un acuerdo por el cual asume responsabilidad sobre las condiciones de trabajo en las empresas subsidiarias y permite el control independiente de sus contratistas fuera del país


Un nuevo acuerdo firmado por la trasnacional de la vestimenta GAP, que permite el control independiente de sus contratistas, ha resuelto el conflicto provocado por la violación de los derechos laborales en El Salvador, según informaron diversos grupos que apoyan a los obreros textiles. En opinión de estos grupos, lo más importante de esta decisión de GAP -adoptada a mediados de diciembre último- es que permite recurrir al Defensor del Pueblo para controlar las condiciones laborales de El Salvador y otros países de América Central, lo cual podría servir de precedente para otras trasnacionales de Estados Unidos.

Si Usted lo fabrica ... ,
Usted es responsable

"Parece claro que las empresas no pueden escribir las reglas y después controlarse a sí mismas, pero tampoco quieren que el público sepa lo que está ocurriendo en otros países", expresaba una declaración emitida por Charles Kernighan, director del Comité Nacional del Trabajo (NLC), grupo de Estados Unidos que realizó protestas en favor de sindicalistas despedidos en El Salvador.

"Por tratarse de uno de los gigantes del comercio minorista, la iniciativa de GAP producirá un fuerte impacto en el conjunto de la industria", agregó Kernighan. "El mensaje es claro: si usted lo fabrica, usted es responsable".

Durante meses, GAP negó toda responsabilidad por la conducta de Mandarin Internacional, una firma contratista salvadoreña que ensambla vestimenta para la empresa estadounidense, una de las mayores firmas de venta de ropa al pormenor de ese país.

Según el sindicato SETMI de El Salvador y observadores de Estados Unidos que defienden los derechos laborales, Mandarin cometió graves violaciones en esa materia, incluso el despido de jóvenes mujeres por causa de gravidez.

Las denuncias también acusan a la empresa de haber perseguido a los trabajadores sospechosos de organizar el sindicato, a partir de los cual despidió a unos 100 afiliados, entre ellos siete dirigentes del SETMI. Esa persecución representó un serio revés para el movimiento sindical de El Salvador.

Reacción de los trabajadores y de los consumidores

En los meses previos arreciaron las protestas contra GAP en Estados Unidos y Canadá, cuando las prácticas de Mandarin fueron denunciadas por el NLC, el Sindicato de Empleados Industriales, Textiles y de la Aguja (UNITE) y diversos grupos religiosos.

"El pueblo de Estados Unidos y de Canadá no está interesado en comprar productos fabricados por jóvenes de 14 o 15 años que trabajan en turnos de 12 a 14 horas, y en algunos casos hasta 21 horas por día, en condiciones de esclavitud", afirmó Kernighan.

Después de varios meses de quejas y protestas de sus clientes por el tratamiento a los obreros salvadoreños, y de una pérdida de imagen de la empresa, GAP envió cartas a los consumidores informando de la suspensión de sus relaciones con Mandarin hasta que se corrijan sus prácticas laborales.

Finalmente, en Brooklyn, el vicepresidente de GAP, Stan Raggio, firmó junto a Kernighan y a los dirigentes religiosos Paul Smith y David Dyson, un acuerdo en el que se obliga a autorizar que la gestión de sus contratistas sea supervisada por un proceso de control independiente.

Control independiente de las condiciones laborales

Según el acuerdo, GAP colaborará con los grupos que procuran mejorar la responsabilidad de las empresas, "para explorar la viabilidad de un programa de control industrial independiente en El Salvador".

Entretanto, Mandarin tendrá que restituir a los sindicalistas despedidos en sus puestos de trabajo y reunirse la semana próxima con los dirigentes del SETMI en el Ministerio de Trabajo de El Salvador.

El NLC y GAP acordaron recurrir a las oficinas del Defensor del Pueblo en El Salvador y en el resto de América Central para controlar el cumplimiento de sus orientaciones en materia laboral. Los funcionarios del Defensor del Pueblo tendrán acceso inmediato a las fábricas de GAP, según informó el NLC.

La empresa se comprometió a no renovar su relación con Mandarin hasta que "GAP pueda confiar en que sus órdenes darán por resultado un empleo humano y productivo en El Salvador".

"El acuerdo firmado entre GAP, el NLC y líderes religiosos es una victoria para todos los que estamos decididos a eliminar la explotación laboral tanto aquí como en el exterior", agregó el presidente de UNITE, Jay Mazur. UNITE, declaró, está especialmente satisfecha porque se ha sentado un precedente para que los comerciantes se hagan responsables de asegurar que sus contratistas cumplen las normas laborales.

Trabajo esclavo en EEUU

Este verano, el sindicato de textiles protestó cuando las autoridades de Estados Unidos descubrieron un taller en California que empleaba mujeres tailandesas en lo que varios investigadores calificaron de "condiciones de esclavitud".

Las empresas de venta al público que recibían productos del contratista que dirigía esa fábrica, incluso gigantes estadounidenses como Macy's y Sears, negaron tener conocimiento o responsabilidad alguna por la explotación de las trabajadoras inmigrantes.

Según el NLC, otras compañías estadounidenses -tales como la fábrica de ropa interior Fruit of the Loom- siguen trabajando con Mandarin. Si la empresa salvadoreña continúa abusando de sus obreros, advirtió Kernighan, el NLC investigará las actividades de Mandarin en todo el mundo e intentará impedir la entrada a Estados Unidos de todos los artículos producidos en sus fábricas.

Kernighan aseguró que su grupo se ocupará de otras firmas de venta al por menor que son acusadas de utilizar contratistas que violan las normas laborales de Estados Unidos, tales como las firmas de zapatos Reebok y Nike y la cadena minorista de vestimenta J.C. Penney.

(Fuente: SUNS/IPS)

Protestas llegan hasta Manhattan

Nueva York - Enfundadas en gruesos abrigos de invierno, Judith Viera, de 18 años, y Lesly Rodríguez, de 16, junto a cientos de manifestantes, se agolpaban en diciembre pasado frente a las puertas de la firma de prendas de vestir GAP, en la Calle 34 y Broadway, en la Plaza Herald de Manhattan.

La protesta fue organizada por una coalición de grupos y dirigida por el National Labor Committee (NLC), un grupo de defensa de los derechos de los trabajadores. Los organizadores expresaron su voluntad de denunciar los negocios de esta empresa con las tiendas de suéteres para concitar la atención nacional sobre el aumento de fábricas ilegales. GAP es tan sólo una de muchas empresas de este tipo.

Mayoría mujeres y adolescentes

"Soy de Honduras", declaró Lesly Rodríguez ante las cámaras de televisión y los micrófonos que la asediaban. "Trabajé en una fábrica que producía suéteres para Liz Claiborne. Allí hay muchas chicas jóvenes que trabajan en condiciones muy malas."

Tanto ella como Viera, de El Salvador, trabajaron varios años en ese tipo de fábricas donde se confeccionan prendas de vestir que se venden en Estados Unidos. La mayoría de los trabajadores de estas fábricas son mujeres, y principalmente adolescentes como Viera y Rodríguez.

Viera relató que, antes de que la despidieran por intentar organizar un sindicato, trabajaba más de 70 horas por semana en la fábrica Mandarín, en El Salvador, confeccionando prendas para GAP por un salario de 43 dólares a la semana. Por cada pollera GAP de 20 dólares, Viera percibía 18 centavos de dólar.

Rodríguez trabajó en una fábrica de confección de suéteres para Liz Claiborne desde la edad de 13 años, y relató que a menudo trabajaba hasta 14 horas por día en condiciones realmente desastrosas.

La fábrica Mandarin Internacional confecciona prendas para Eddie Bauer, J.C. Penney, J. Crew, Liz Claiborne y Casual Corner.

Incentivo a procesos "off shore"

"Esta es una campaña no contra GAP sino contra las fábricas de confección de suéteres, e iremos a buscarlos de uno a otro minorista", declaró Nick Unger, del Sindicato de Empleados de la Aguja, la Industria y los Textiles (UNITE).

"Las fábricas de suéteres no son un problema de El Salvador, son un problema mundial. Son un problema de California. Son un problema de la Calle 38 y la Avenida 8a.", dijo Unger, quien culpó a las zonas francas de alentar a las compañías a ser competitivas merced a los salarios más bajos y las reglamentaciones más laxas, en lo que según él es un continuo deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores en todo el mundo.

La política comercial de Estados Unidos de incentivo a los "procesos hacia afuera" promueve ese trabajo en condiciones de explotación, según observadores en Ginebra. Estos esquemas permiten a los fabricantes estadounidenses exportar bienes semiterminados o cortados para su ulterior procesamiento que requiere uso intensivo de mano de obra en las filiales o subcontratistas del exterior, y reimportarlos a Estados Unidos pagando impuestos solamente sobre el valor agregado.

"La cantidad de tiendas de prendas de vestir en Estados Unidos está aumentando. La cantidad de trabajo en las fábricas está aumentando. La cantidad de trabajadores que trabajan por un salario menor al mínimo está aumentando", declaró Unger.

Unger expresó: "Así no es como supuestamente debería funcionar la sociedad: un niño de seis o siete años cose una pelota de fútbol en Pakistán por centésimos la hora, y la empresa a la que pertenecen las pelotas, Adidas, puede decir: 'No somos responsables'".

(Fuente: SUNS/IPS)



 

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