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Medio ambiente
 
EEUU sigue exportando
plaguicidas prohibidos


Eludiendo las prohibiciones y restricciones nacionales, las empresas estadounidenses continúan exportando enormes cantidades de plaguicidas peligrosos a los países del Tercer Mundo



En una campaña realizada en 1985 por Pesticide Action Network (PAN), con sede en California, se identificó por primera vez a la "docena sucia", los agroquímicos "más peligrosos del mundo". Desde entonces la lista aumentó de 12 a 18.

Los plaguicidas que se descubrió tienen una relación directa con problemas de salud y contaminación ambiental son: Aldicarb, Camphechlor, Chlordane, Heptachlor, Chlordimeform, DBCP, DDT, Aldrin, Endrin, EDB, HCH/BHC, Lindano, Paraquat, Parathion, Methyl Parathion, PCP y 2,4,5-T.

Según figura en los registros aduaneros de Estados Unidos, durante el período 1991-1994 las compañías de ese país exportaron los nueve primeros plaguicidas de la lista, cuyo uso está, en su mayoría, prohibido en Estados Unidos, pero no así su exportación.

La fundación Foundation for Advancement in Science and Education (FASE), una organización independiente de investigación ambiental con sede en Los Angeles, se ha dedicado a investigar los plaguicidas y obtuvo los registros aduaneros que indican que Estados Unidos exportó más de 26 millones de kilogramos de los referidos plaguicidas a más de 12 países.

También figuran en los registros 30 envíos de estos plaguicidas peligrosos -o un total de aproximadamente 5 millones de kilogramos- a países en los que están prohibidos oficialmente.

Eludiendo prohibiciones

La República de Corea prohibió el Chlordane en 1979, pero recibió importaciones del plaguicida en 1991 y 1992. Singapur, que prohibió el Chlordane hace diez años, continúa importándolo.

Singapur y Holanda prohibieron el uso del Chlordane y el Heptachlor a nivel nacional, pero autorizaron su importación para su reformulación y ulterior exportación.

Otros países que importan plaguicidas de la "docena sucia" de Estados Unidos son India, Zimbabwe, Australia, Costa Rica, Israel, Tailandia, El Salvador, Brasil, Japón y Francia, según FASE.

Los investigadores de FASE afirman que la lista puede ser mucho más larga, ya que casi el 70% de los envíos de plaguicidas a otros países no están registrados en las aduanas como "plaguicidas peligrosos".

Los estudios indican que el Chlordane es sumamente tóxico para los organismos acuáticos y los pájaros, porque se acumula a lo largo de la cadena alimenticia.

El Chlordane y el Heptachlor son fabricados por Velsicol, una compañía con sede en Chicago. Si bien el uso del Chlordane está prohibido en Estados Unidos y otros 50 países, Velsicol continúa exportándolo a varios otros mercados.

Mentiras peligrosas

"Exportamos Chlordane porque (los clientes) creen que es el que más les conviene", declaró a la prensa Christine DiGani-Hughes, portavoz de Velsicol. "Lo compran también..., porque no tienen otra alternativa."

Aseguró además que la mayoría de los importadores de Chlordane son países tropicales. "En las regiones tropicales el uso de Chlordane es seguro. No tiene efectos dañinos en la salud humana", sostiene DiGangi-Hughes.

Pero la mayoría de los ambientalistas del mundo creen que el uso de Chlordane y Heptachlor es extremadamente peligroso para la salud humana en cualquier región del mundo.

Cuando los especialistas ambientales de más de 100 países se reunieron en noviembre pasado para celebrar una conferencia de dos semanas, reclamaron que se firmara un tratado mundial para eliminar el Heptachlor, el Chlordane y otros 10 productos químicos tóxicos.

"Es increíble. ¿Cómo puede decir (Velsicol) que esos productos son seguros?", pregunta Ellen Hickey, editora de Global Pesticides Campaigner, un periódico mensual de PAN Internacional.

Sandra Marquardt, investigadora en medio ambiente de Greenpeace Internacional, coincide en que la afirmación de Velsicol es una mentira.

Clientes pobres

La compañía se negó a acceder a un pedido de la prensa de proporcionar una lista de los países que importan Chlordane y Heptachlor. "Ellos son nuestros clientes. Lo lamentamos pero no podemos dar a conocer sus nombres", contestó Hughes. "Hay 15 países que nos compran Chlordane y Heptachlor y son todos países tropicales", agregó.

La mayoría de los países de las regiones tropicales son pobres. Carecen de los recursos necesarios para abordar temas ambientales y por lo tanto continúan utilizando plaguicidas peligrosos, dice Marquardt, de Greenpeace.

Se ha demostrado que otro plaguicida, el Lindano, causa lesiones en el sistema nervioso de personas y animales.

Aun cuando el Departamento de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos considera que el Lindano es un "probable cancerígeno humano", una compañía con sede en Tennessee, Drexel Chem, continúa elaborándolo.

En abril de 1990, en el norte de India, murieron más de 100 personas que habían asistido a una boda donde se agregó por error polvo de Lindano a la harina con la que se preparó la cena.

Los investigadores de PAN dicen que el Lindano tiene efectos a largo plazo en el medio ambiente y se acumula en la cadena alimenticia.

Aldicarb, otro plaguicida tóxico no registrado en Estados Unidos, continúa siendo exportado a muchos países latinoamericanos. Los ambientalistas dicen que en 1988 fue "la causa número uno" de envenenamiento por plaguicidas en la región bananera de Costa Rica. Al año siguiente, los toxicólogos de EPA estimaron que miles de niños estaban expuestos diariamente a los residuos de Aldicarb presentes en bananas y papas.

Control estatal clave

En muchos países del Tercer Mundo, donde los plaguicidas de la "docena sucia" fueron legalmente prohibidos o restringidos, igualmente se siguen vendiendo y utilizando.

En 1993, el Dieldrin fue comercializado en Kenya con una etiqueta de la Shell, aun cuando su uso no está permitido.

"En los países en desarrollo, los organismos oficiales y las empresas de plaguicidas pocas veces brindan suficiente información o advertencias", dice Lori Ann Thropp, investigadora de alto cargo de World Resource Institute's Centre for International Development and Environment.

"Es por eso que hay un número creciente de personas que sufren casos de envenenamiento agudo y lesiones crónicas", agrega.

(Fuente: SUNS/IPS)


 

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