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Desarrollo
 
Europa oriental se recupera
pero la CEI sigue cayendo


La reactivación económica se extiende a Europa oriental, pero en los estados bálticos permanece muy atrasada, mientras que en Rusia y la CEI la producción sigue cayendo, según un estudio de la OCDE.

 


Los países de Europa del Este incluyen a Albania, Bulgaria, Hungría, Polonia, Rumania, los estados sucesores de Checoslovaquia y la ex Yugoslavia. Los estados bálticos son Estonia, Letonia y Lituania.

La CEE espera que en 1995 el crecimiento de Europa Oriental en su conjunto alcance un promedio del 4,5%, mejor que las expectativas previas que lo situaban en 4%.

Pero la tasa de crecimiento dentro del grupo tiene grandes variaciones: de un 2% en Bulgaria y Croacia a un 6% en Polonia y Eslovaquia en la primera mitad de 1995. En general se produjo una aceleración en todos los países tomados individualmente.

Los grandes excepciones son Hungría -para la cual se prevé un enlentecimiento del crecimiento como resultado del programa de estabilización de marzo de 1995- y la ex República Yugoslava de Macedonia, que ha sido doblemente afectada por las sanciones de la ONU a Yugoslavia y por el embargo de Grecia y cuya producción continúa cayendo. No hay datos disponibles sobre Bosnia Herzegovina, mientras que el crecimiento de la producción también se está enlenteciendo en Albania y Eslovenia.

Demanda interna y consumo privado elevan déficit comercial

La expansión asimismo tiene bases amplias, con un aumento de la producción en la industria, la agricultura y los servicios. En el sector industrial, los productores nacionales de bienes intermedios y de inversión parecen beneficiarse de la recuperación de la inversión fija, particularmente en el sector de maquinarias y vivienda.

El crecimiento de esta región se asienta en la demanda interna y el consumo privado. Pero las importaciones aumentan más rápidamente que las exportaciones y la balanza comercial real se convierte en un contrapeso cada vez mayor para el crecimiento del PIB.

Partiendo de las estimaciones de la CEE acerca de las cifras de los volúmenes de exportación -no fácilmente disponibles en las cuentas nacionales, y que sólo los checos, los húngaros y los polacos publican-, parecen haber aumentado aproximadamente de 8% a 10%, mientras que los volúmenes de importación crecieron un 20%.

Esto produjo un considerable deterioro de los déficits comerciales registrados, pero, según la CEE, este dato en cierta manera está exagerado por las exportaciones no registradas a través de las fronteras nacionales. La mayoría de los países de Europa Oriental tienen cuentas corrientes deficitarias, pero no son déficits importantes con relación al PIB y no ha habido prácticamente dificultad alguna para financiarlos.

Los ingresos netos de alrededor de 13.000 millones de dólares de la primera mitad de 1995, comparados con los 10.000 millones de dólares de 1994, superaron en mucho las necesidades financieras para cubrir los déficits y hubo aportes importantes a las reservas.

Buenas perspectivas

Para la CEE, las perspectivas de crecimiento de la producción son bastante buenas para las economías de Europa Oriental: un crecimiento del 5% en 1996 es considerado una expectativa razonable. No obstante, este pronóstico se basa en gran medida en la demanda interna y en cierto momento habrá que ponerle fin debido al deterioro de las cuentas corrientes.

Por el momento la CEE no avizora problemas y considera que no tiene por qué haberlos durante cierto tiempo si la inversión fija aumenta con solidez para lograr la reestructura de las economías nacionales y la creación de nuevas capacidades productivas. Esto tranquilizará a los inversores extranjeros en cuanto a que los préstamos serán servidos y reembolsados.

No obstante, advierte la CEE, podrían surgir otros problemas a raíz de las entradas inesperadamente voluminosas de capital privado en 1995 dentro de Europa Oriental. Si bien constituye un signo de confianza en la estabilidad y las perspectivas de crecimiento de estas economías, esos ingresos también fueron incentivados en varios casos por los tipos cambiarios fijos y los diferenciales de las tasas de interés que alientan a las empresas nacionales a pedir préstamos al exterior.

El informe de la CEE sostiene que si bien los flujos de capital privado son variables y no siempre responden a los "fundamentos" de los libros, por el momento no parece haber peligro de que se creen compañías de control (holdings) o acciones a corto plazo extranjeras.

Entre las razones que esgrimen los economistas de la CEE sobre por qué no es probable que ocurra una crisis al estilo de la mexicana, mencionan la existencia de exportaciones no registradas entre las fronteras con la Unión Europea que no se reflejan en los ingresos por exportaciones. Otros elementos son los flujos de inversión extranjera directa (IED) y la reversión de la fuga de capitales o la repatriación de los ingresos por exportaciones por parte de las empresas, así como el hecho de que varias de esas monedas están relativamente subvaluadas.

Por otro lado, los mercados financieros de esos países se encuentran ahora cada vez más integrados al mercado internacional, lo que significa que las crisis ajenas podrían filtrarse fácilmente.

"Pero los riesgos de estar expuestos a los egresos repentinos de capitales o a los cortes súbitos de los ingresos anticipados de fondos nuevos van en aumento y es necesario que se los supervise muy de cerca", agrega la CEE.

Incertidumbre en el Báltico

En cuanto a los estados bálticos, donde ha habido una recuperación débil y dubitativa con una modesta reactivación del estancamiento de 1994, la CEE considera este desempeño no coherente con el rigor de las políticas macroeconómicas. Si bien las exportaciones han sido relativamente dinámicas y hay ingresos de IED, como contrapartida están los problemas internos. El panorama es ahora más incierto de lo que parecía ser a comienzos de 1995.

La CEE también previene sobre la "incertidumbre" que rodea los datos contables nacionales.

Si bien la CEE no lo menciona, ha habido un esfuerzo de estos países (con el asesoramiento del FMI y el Banco de Reconstrucción Europeo) por reflejar en las cuentas nacionales la considerable economía informal, nada fácil para los países adelantados pero más difícil aún para estos países cuyos datos anteriores -en épocas de la Unión Soviética- apenas se sospechaban.

Producción de Rusia y la CEI continúa cayendo

En la Federación Rusa y otros países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), la producción siguió cayendo en 1995 -el sexto año consecutivo- tanto en el conjunto como en la mayoría de los países considerados individualmente. La CEE estima que el total del PIB fue de alrededor de un 6,5% menor en la primera mitad de 1995, comparado con un año atrás. Sin embargo, esto representa una marcada desaceleración de la tasa de descenso de los últimos cuatro años.

Un resultado de la persistente caída de la producción y del rígido programa de estabilización aplicado en Rusia fue la caída continua y sostenida del empleo y un aumento del desempleo.

Los desempleados, según las definiciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), promedian actualmente los 5,7 millones y la tasa de desempleo aumentó del 6% al 8%. Esto excluye a los 3,9 millones -o 5,9% de la mano de obra- que en junio de 1995 pasaron en forma involuntaria al medio horario o a licencia obligatoria, impaga o parcialmente paga.

Al igual que en otras economías en transición, el valor dólar del comercio ruso creció rápidamente en la primera mitad de 1995, pero a diferencia de otros casos, las exportaciones crecieron mucho más rápido que las importaciones.

Crecimiento de exportaciones es motivo de optimismo

El volumen de exportaciones, según cálculos de la CEE, se incrementó de 10 a 12%, mientras que los volúmenes de importaciones permanecieron estancados. Los ingresos por exportaciones de Rusia fueron también ayudados por los precios más elevados de los productos básicos, en especial los productos de la energía y los metales no ferrosos. En general, la CEE opina que la evolución de la economía rusa brinda hoy, más que nunca, mayores motivos de optimismo, desde que se inició la transición a la economía de mercado.

Pero los costos sociales y psicológicos de la transición en Rusia han sido considerables y el éxito del último programa depende en mucho de la capacidad de los líderes para crear los apoyos políticos necesarios para la aplicación de una rígida serie de medidas políticas y de resistir una reacción populista que podría concitar mayor apoyo en las próximas elecciones, comenta la CEE.

Pero una estabilización económica exitosa en Rusia junto con la reanudación del crecimiento podrían tener efectos benéficos de largo alcance sobre otros miembros del CEI. Con la excepción de Belarús (ex Bielorrusia), la mayoría de ellos han avanzado en las reformas y estabilizaron sus economías.

La inflación de los precios al consumo se redujo considerablemente en la mayoría de esos países, si bien hubo reveses en Belarús y Ucrania. Pero la producción continuó cayendo más que en Rusia.

Escasa apertura

Entre los principales obstáculos al progreso en otros países de la CEI figura su heredada y extrema dependencia con respecto a la economía estancada de Rusia por un lado, y la contracción del comercio intra CEI, por el otro. El comercio de la mayoría de los miembros de la CEI con terceros países es limitado y Rusia representa más de los 4/5 del comercio de la CEI con otros países fuera del grupo, si bien la mayoría del comercio está dominado por corrientes bilaterales.

Se han hecho varios intentos de crear un nuevo marco multilateral para el comercio intra CEI pero ha faltado voluntad política para implementarlo, y en 1995 el proteccionismo creció en muchos países de la CEI. Esto, afirma la CEE, es una situación que en gran medida se debe a los convenios de pago anómalos entre los miembros de la CEI.

La corrección de esta falla junto con la reanudación del crecimiento de Rusia serían los medios más efectivos de escapar de la recesión y el estancamiento que afectan a la mayoría de los países de la CEI.

(Fuente: SUNS/CR)


 

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