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Medio Ambiente
 
Perú-Amazonia

Nativos se resisten
a la explotación de la selva

 


Buscadores de plantas medicinales originarios de Misuri, y perforadores de petróleo de California y Texas, se preparan para explotar la selva tropical de la Amazonia peruana pese a las claras advertencias de los nativos.

por Pratap Chatterjee


Walter Lewis, científico de la Universidad de Washington, de St. Louis (Misuri), voló a Lima a finales de setiembre para hablar con el gobierno de Perú y con grupos locales sobre nuevos planes para buscar en la Amazonia plantas medicinales que puedan ayudar a la curación de enfermedades como el cáncer.

La empresa estadounidense Occidental Petroleum -una multinacional con sede en California, que en 1994 facturó ventas por 9.000 millones de dólares- realizó enormes explosiones en la misma región el último verano, en un vano esfuerzo por encontrar reservas subterráneas de petróleo.

''¿Se trata de un beneficio para la humanidad, o más bien del último gran pillaje contra la selva húmeda?'', preguntó Edward Hammond, miembro de la organización no gubernamental Fundación Internacional para el Progreso Rural (RAFI), que tiene sede en Carolina del Norte y trabaja con grupos nativos de Perú.

''La respuesta dependerá -añadió el experto- de que los intereses científicos y empresariales no perjudiquen sino más bien concurran en apoyo de las prioridades de los habitantes de esas regiones: derechos sobre la tierra, autodeterminación y preservación de un ecosistema saludable''.

Una región en peligro

Los informes recibidos hasta ahora por los grupos ecologistas no son muy prometedores. Por el contrario, tanto RAFI como el grupo RAN (Rainforest Action Network), una red de defensa de la selva tropical con sede en San Francisco, han lanzado alertas a sus miembros, advirtiendo de la situación en la Amazonia peruana.

La región de Marañón al norte de Perú -que debe su nombre al río así llamado, que baja de la cordillera para formar el Amazonas- es dueña de algunas de las mas exclusivas selvas del mundo.

Debido a su ubicación geográfica, esta región presencia el encuentro, a lo largo de las riberas del río, de la selva húmeda templada de los Andes, con la exuberante selva amazónica.

A pesar del descontento que manifiestan los grupos indigenistas, el presidente de Perú, Alberto Fujimori, ha hecho preparativos para dar una buena acogida a los nuevos visitantes.

El año pasado, Perú obtuvo la más alta tasa de crecimiento del mundo, en parte debido a la exportación de sus recursos naturales. Los pueblos nativos temen que la prospección y explotación petrolera signifiquen el desmonte de la selva y la contaminación química de los numerosos cursos de agua que la atraviesan. Según expresan grupos como RAN, los nativos están convencidos de que no recibirán sino un mínimo beneficio.

Las perforaciones petroleras de Texaco -otra multinacional de Estados Unidos- ya han arruinado la frágil región de Oriente de la Amazonia ecuatoriana, justo al norte de Perú. Se estima que la compañía arrojó 66 millones de litros de petróleo en los ríos de los que dependen los indios quechuas de Ecuador.

Las protestas indígenas

Tampoco existen antecedentes para considerar que los habitantes locales recibirán beneficios en dinero por la utilización de las nuevas plantas medicinales. La quinina, empleada para tratar la malaria, fue descubierta en Ecuador. Los jefes Candoshi, que representan a los 2.000 miembros de este grupo indígena, dijeron que la Compañía Occidental no cumplió con sus propias promesas ambientalistas cuando comenzó la búsqueda de petróleo en Marañón oriental. Los Candoshi votaron en agosto último en favor de la expulsión de Occidental, y comenzaron a organizar protestas.

Los pueblos vecinos de los Candoshi -los Aguaruna y los Huambisa, que viven en la zona occidental de Marañón- lograron también un primer éxito, demorando la llegada de los visitantes, cuando presentaron su queja al Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos, que supervisa el trabajo de Lewis.

Lewis vio congelada una asignación de 400.000 dólares anuales que recibe del NIH, después que los nativos enviaron una carta al Instituto.

En su carta los indígenas explicaron que el científico no les había informado de los planes de vender las colecciones de plantas a Monsanto, una multinacional farmacéutica con sede en St. Louis, que en 1994 facturó por valor de 8.300 millones de dólares.

El Consejo Aguaruna y Huambisa, que representa a los 45.000 indígenas pertenecientes a ambos pueblos, sostiene que Lewis exportó ilegalmente las plantas que había recogido.

Los Aguaruna y Huambisa están a punto de ser invadidos por compañías petroleras. La argentina YPF y Quintana Minerals, de Houston (Texas), negocian en estos momentos la perforación petrolera en sus tierras.

Esta tierra, conocida como ''Lot 50'', fue explorada hace tres años por dos firmas con sede en Houston, la Edward Callan Interests y la Halliburton Geophysical Services.

Ya en esa ocasión, los habitantes protestaron por los daños ecológicos y económicos producidos en su medio ambiente por las detonaciones efectuadas durante la prospección.

(Fuente: SUNS/IPS)


 

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