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Política Económica
 
Enseñanzas de la crisis mexicana


El paquete crediticio del FMI para salvar a México de la crisis del peso puede ser violatorio del espíritu e inclusive de la letra del Estatuto del FMI sobre transferencias de capital, pero antes de comprobarlo sería mejor que los países en desarrollo evaluaran las lecciones del caso.

por Chakarvarthi Raghavan


El paquete puede o no rescatar a México de las consecuencias del desatino de seguir las recomendaciones de las instituciones de Washington en materia de política, pero es muy probable que ponga en peligro las perspectivas de los países más necesitados, para quienes no hay otra fuente disponible: los países africanos.

También plantea interrogantes en cuanto a la responsabilidad de las instituciones de Bretton Woods y sus economistas y funcionarios por las recomendaciones dadas a los países. Y además, ¿quién pagaría en el caso de que los fondos del FMI se perdieran si el paquete mexicano no lograra detener la salida de capitales y los especuladores finalmente optaran por abandonar la plaza?

El FMI, el Banco (y el GATT/OMC en Ginebra) y varias instituciones y economistas neoclásicos, han estado alentando a los países en desarrollo a aplicar los programas clásicos de liberalización y ajuste ortodoxo y a abrir sus mercados de capital, renunciar a las salvaguardas de la balanza de pagos y eliminar las restricciones sobre la cuenta de capital, a fin de obtener ingresos de capital a corto plazo con los cuales financiar sus actuales déficits contables.

Según informes de Washington, el paquete de ayuda a México de 20.000 millones de dólares propuesto por Clinton (que se entregará sin necesidad de la aprobación del Congreso), será reforzado con fondos "adicionales": un préstamo de contingencia del FMI de 7.760 millones de dólares y otros 10.000 millones que la institución está intentando recolectar entre los los países europeos y el Banco de Pagos Internacionales, en Basilea.

Informaciones del Financial Times y de otros medios de difusión anunciaron que si el FMI no logra reunir estos 10.000 millones, "los pondrá de su propio capital." Pero esto puede ser violatorio de la letra y el espíritu de los Artículos del FMI sobre transferencias de capital.

La transferencia de capital

La Sección 1(a) del Artículo VI del FMI dice que un miembro no podrá utilizar los recursos generales del Fondo para cubrir un egreso de capital importante o sostenido salvo en los casos previstos en la Sección 2 de este Artículo, y el Fondo podrá exigirle a un miembro que ejerza controles para impedir ese uso de los recursos del Fondo. Si después de haber recibido ese requerimiento un miembro no ejerce los controles apropiados, el Fondo podrá descalificar al miembro para utilizar los recursos generales del Fondo.

La Sección 2 (Disposiciones especiales para transferencias de capital) dice que un miembro tendrá derecho a hacer compras en el tramo de reserva para cubrir transferencias de capital.

La Sección 3 continúa estipulando que los miembros pueden ejercer los referidos controles conforme a lo que consideren necesario para regular los movimientos internacionales de capital, pero ningún miembro podrá ejercer dichos controles de manera tal que restrinja los pagos de las transacciones actuales.

En lugar de recomendar a los países en desarrollo que cumplan estas medidas prudentes, el Fondo y el Banco Mundial les han estado aconsejando que liberalicen sus sectores financieros, eliminen restricciones en las cuentas de capital y creen un ambiente propicio para que los inversores extranjeros, incluidos los administradores de fondos y otros inversores de cartera, realicen ese tipo de inversiones.

Fue porque se sabía que los fondos del FMI no podrían ser destinados a países con problemas en la cuenta de capital provocados por la volatilidad de las corrientes a corto plazo, que comenzó a agitarse la idea de una línea de crédito especial.

Advertencias sin respuesta

En la conferencia de Cartagena de 1994, organizada por el Grupo de los 24, un ex funcionario del FMI, Aziz Ali Mohammad, actualmente Asesor Especial del Gobernador del Banco Estatal de Pakistán, planteó este tema y la necesidad de una línea crediticia especial destinada a que los países en desarrollo enfrenten el problema de la volatilidad de las corrientes de capital a corto plazo. También hizo hincapié en los problemas que podrían surgir en caso de que la liberalización de los servicios financieros llevados a cabo en el marco del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS) y el proceso de liberalización comercial quedaran rehenes de fluctuaciones impredecibles del tipo de cambio causadas por movimientos masivos de capital especulativo.

Pero los países del Grupo de los 7, y particularmente Estados Unidos, no están dispuestos a poner los recursos para esos fines y autorizar esa línea crediticia.

No obstante, el Director Gerente del FMI habló en la última reunión del FMI/BM de la necesidad de que los países en desarrollo se encaminaran hacia la convertibilidad de la cuenta de capital, aunque el Banco Mundial ha estado alentando a los países a que continuaran con medidas de apertura tendientes a alentar las inversiones de cartera. Pero la experiencia mexicana evidencia el desatino de seguir tales consejos.

Hasta el 19 de diciembre de 1995, cuando estalló la "crisis mexicana", México había sido presentado como un ejemplo de país que había experimentado con éxito la política de ajuste, aplicando todas las medidas del ajuste ortodoxo. Así lo pregonaban no sólo el FMI, el BM y el gobierno de Estados Unidos, sino también otras instituciones oficiales.

El FMI y representantes del Banco Mundial, e incluso funcionarios de la administración de Estados Unidos, dicen ahora que ellos estaban al tanto de los problemas de México ya desde 1994, y que en forma confidencial habían estado prestando atención a ese país.

También se dice que, aún cuando Clinton elogió a México en la Cumbre de las Américas realizada en Miami, en privado Washington había manifestado su preocupación al respecto.

Si lo preveían, ¿qué hicieron?

Esto plantea algunas cuestiones interesantes:
¿Acaso el FMI, el BM y otros "engañaron" a los inversores haciéndoles perder dinero? y ¿qué responsabilidad les cabe en términos de regulación del mercado? Y si conocían los graves riesgos que acechaban a México, ¿cuál fue su actuación como inversores prudentes con sus propios fondos? ¿Acaso los funcionarios del FMI, el BM y el tesoro de Estados Unidos invirtieron o mantuvieron su dinero en mercados como el de México?

Pero no fueron sólo las instituciones oficiales que adoptaron esa actitud con respecto al éxito mexicano. Las particulares también lo hicieron.

El Swiss Bank Corporation en su publicación Perspectivas Económicas y Financieras de diciembre/enero, dijo que diez años después de la crisis de la deuda de 1980, México era otro país y agregó que "ya pasó el umbral de la estabilización económica y está muy adelantado en su proceso de reforma estructural. Como resultado, el círculo de países industrializados de la OCDE aceptó a México en su regazo". También hablaba de la necesidad de consolidar el proceso de reforma, particularmente con respecto a sus bases políticas, pero expresó confianza en lo que hiciera al respecto el presidente electo Ernesto Zedillo.

El Financial Times, en un suplemento del 23 de noviembre, tuvo una opinión igualmente entusiasta y habló de que "La economía es notablemente resistente" y que "un decenio de reestructura económica ha dado sus frutos".

Además, los indicadores económicos les permitían pintar un panorama tan rosado: según los datos de la evaluación de final de año de la CEPAL, con sede en Santiago, de una tasa de inflación anual de 159,2% en 1987, México había logrado abatir su inflación a 6,9% en 1994. Por su parte, el déficit del sector público, que en 1984 ascendía al 12,5% del PIB, diez años después alcanzó un 0,4% excedentario, un promedio mucho mayor de lo que los países de la Unión Europea intentan lograr en términos de los objetivos establecidos en el tratado de Maastricht. Y con respecto al crecimiento del PIB, de una tasa promedio negativa de 4,3% en el período 1981-1990, entre 1991 y 1994 se registró una tasa positiva de 2,7%.

Todo esto México lo logró después de seguir al pie de la letra las medidas económicas ortodoxas y las políticas de ajuste: liberalizando el comercio exterior, abriendo su sector financiero y permitiendo el ingreso y la convertibilidad de capital, así como medidas relativas a la tasa de interés y cambiaria tendientes a atraer inversores extranjeros.

También logró lo que reclama la economía ortodoxa, es decir, atacar la rigidez del mercado laboral: el índice del salario real promedio de 1994 se situó en 99.4 (1980=100).

La voz solitaria de la UNCTAD

La única institución que de forma permanente elevó su voz de alerta al mundo en desarrollo contra ese tipo de "economía" fue la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Pero gracias a la decisión del Secretario General de la ONU de no ocupar el cargo de Secretario General del referido organismo sino meramente mantener un oficial encargado -teniéndolo además muy a raya-, la capacidad de expresión de la UNCTAD fue limitada.

Y ahora, un autodesignado grupo de Comisionados recomienda que la UNCTAD debería ser eliminada como parte de un plan de mejoramiento de la Gobernación Mundial.

En el Informe sobre Comercio y Desarrollo de 1991, la UNCTAD previno contra la liberalización financiera. Citando las políticas de los países del Cono Sur, dijo que en una economía financieramente abierta con fácil acceso a los mercados de crédito, en esos países podían suscitarse fácilmente problemas vinculados con el ingreso de capital, independientemente de en qué orden hubieran sido liberalizados los mercados. Habló de la situación de las entradas a corto plazo que provocan la valorización real de la moneda y alientan a las instituciones financieras nacionales a pedir prestado al exterior a tasas de interés mucho más bajas que las nacionales.

"Si no se detiene el proceso", advirtió la UNCTAD, "el tipo de cambio real puede seguir subiendo hasta que el deterioro de la balanza comercial conduzca a una pérdida de la confianza, desencadenando la salida de capitales."

La UNCTAD volvió al mismo tema en 1992 y previno contra la insustentabilidad de las corrientes de capital que ingresan a América Latina. Pero el FMI hizo caso omiso de las advertencias de la UNCTAD y adoptó un enfoque rígido.

En 1993, el Informe sobre Comercio y Desarrollo se refirió a las perspectivas de crecimiento y al dilema en cuanto a las políticas a seguir, así como a la sustentabilidad de las corrientes de capital. Y nuevamente dijo "no es dable esperar que persista la configuración particular de las tasas cambiarias, las tasas de interés y los precios accionarios que subyace en el reciente surgimiento de las corientes de capital. Gran parte de los márgenes de arbitraje han sido motivados por las valorizaciones de la moneda, particularmente en Argentina y México, que, de continuar, finalmente podrían provocar una crisis de pagos externos a medida que disminuyan las exportaciones y aumente el déficit comercial... Si, por otro lado, la apreciación de la moneda se revierte repentinamente, el margen de ganancia producto de la venta de acciones en otro mercado a precios más elevados desaparecerá, posiblemente desencadenando la realización de beneficios y la salida de capitales."

La "fragilidad" del crecimiento

La UNCTAD también lanzó señales de advertencia con respecto a la "fragilidad" del crecimiento en Argentina y México y dijo que "Si bien las corrientes autónomas de capital hasta ahora han sido más que suficientes para financiar los déficit externos, estos países necesitan asumir un ajuste externo a través de mayores inversiones y exportaciones. Si no se explotan las oportunidades de un ajuste expansivo, tal vez el ajuste deflacionario sea inevitable."

Y esto es lo que sucede ahora o puede sucederle a México.

La segunda crisis mexicana y las vías improvisadas con que se busca resolverla, son lecciones claras para otros países en vías de desarrollo y los llamados mercados emergentes.

Una lección que no puede ser ignorada por estos gobiernos es que si bien Estados Unidos tiene cierta compulsión política de reunir un paquete de salvataje a México (que cuenta con el apoyo de las autoridades del Congreso de Estados Unidos en tanto no tengan que votarlo), así como las instituciones multilaterales y los europeos de reunir los fondos, a este nivel no se intentará nada por el estilo para otros, ya sean del patio trasero de Estados Unidos o de cualquier otro lado. Tampoco lo harían los europeos para Europa, ni Japón para el sur de Asia.

En términos de las lecciones de política económica que pueden sacarse del caso mexicano, un alto economista de la UNCTAD y uno de los autores del Informe sobre Comercio y Desarrollo, dijo que otros países en desarrollo deberían oir las advertencias, por lo menos ahora, y cerrar sus cuentas de capital y detener el acceso de las corrientes de capital extranjero de corto plazo a sus sectores privados. También deberían prohibir las "posiciones a corto plazo" en los mercados de divisas, expresó. "Si usted pide dinero prestado en mercados extranjeros cuando las 'acciones' están en moneda nacional, está en un serio problema", explicó.

Fuente: SUNS


 

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