Comercio

 

América Latina en el comercio internacional de carnes

Avances en la calidad, diferencia sobre subsidios y competencias

Los debates del encuentro del secretariado internacional dedicado al comercio cárnico se centraron en el comercio internacional y la calidad de los productos. El representante de Estados Unidos alertó que si no se logra un acuerdo en la Organización Mundial de Comercio (OMC) no reducirán sus ayudas agrícolas en las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Eso incrementa las dudas sobre el real alcance que tendría un acuerdo comercial hemisférico. Paralelamente, aparecen síntomas de tensiones en el comercio regional dentro de América Latina.

Por Gerardo Evia

Más de 500 representantes de al menos 21 países participaron en el encuentro de la Oficina Permanente Internacional de la Carne (OPIC), un rubro clave para muchos países latinoamericanos, tanto por el consumo interno como por las exportaciones.

La reunión se realizó del 30 de marzo al 1 de abril en Punta del Este (Uruguay), con una mayoría de representantes de los países del Cono Sur -donde el Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, es uno de los mayores exportadores de carne del mundo- junto a representantes de otros países latinoamericanos, América del Norte, Europa, Africa, Asia y Oceanía. La OPIC es una organización internacional sin fines de lucro dedicada al sector cárnico y ganadero a nivel mundial.

Los temas: comercio y calidad

El congreso estuvo dominado por los temas vinculados a la carne vacuna y ovina, donde el comercio internacional fue el principal centro de los debates, tanto por el énfasis en las discusiones como por la cantidad de ponencias. Aproximadamente la mitad de las presentaciones estuvieron directa o indirectamente enfocadas en aspectos comerciales, en particular la situación de las negociaciones sobre comercio agrícola actualmente en curso en la OMC, el ALCA y las relaciones del Mercosur con la Unión Europea. Obviamente temas como los subsidios agrícolas, acceso a mercados, barreras arancelarias y no arancelarias barreras técnicas y aspectos sanitarios fueron asuntos de atención.

Otro de los puntos fuertes fue el tratamiento de los diferentes aspectos relacionados con la seguridad y calidad de los productos cárnicos y los desafíos planteados tanto para ganaderos como para la industria en términos de ganar la confianza y asegurar a los consumidores el acceso a productos inocuos y de calidad. Este aspecto resulta clave para una industria -la de carne vacuna- que sufrió el impacto de temas como el de la enfermedad de la "vaca loca" (encefalopatía espongiforme bovina - EEB) y que en las últimas décadas ha venido perdiendo participación en el mercado frente al sector avícola y de suinos. Se plantearon entonces diferentes estrategias y aproximaciones para lograr ese objetivo, como aseguramiento de la calidad, certificaciones de procesos, buenas prácticas ganaderas y, por supuesto, el capítulo de producción orgánica.

También se puso énfasis en los aspectos de diferenciación y marketing indispensables para recuperar el mercado y contribuir al desarrollo del sector; así se enfocaron aspectos como diferentes programas de certificación de procesos, valor agregado a través de la mejora en la "conveniencia" de los productos en términos de diferentes preparaciones pero también en aspectos como el valor agregado ambiental y denominaciones de origen, sin dejar de lado la necesaria mejora en los atributos convencionales de los productos.

Finalmente se presentaron perspectivas a futuro sobre la posible evolución de la oferta y demanda de productos cárnicos en el mundo y algunos desarrollos innovadores en materia de producción.

El debate comercial

El debate comercial estuvo centrado en dos grandes focos de atención. El primero y más importante fue el del estado de las negociaciones en el Comité de Agricultura de la OMC, que debía alcanzar un acuerdo respecto a las modalidades de negociación, de acuerdo al mandato de Doha, justamente el 31 de marzo. Esa agenda fracasó y los diferentes grupos negociadores no lograron un acuerdo en la OMC. La llamada "propuesta Harbinson" (referida al nombre del presidente de ese comité, Stuart Harbinson) fue bombardeada desde todos los ángulos ya desde Estados Unidos, ya desde la Unión Europea, como desde los países del Mercosur junto a otras naciones del Grupo de Cairns. En el encuentro de la OPIC este debate se manifestó en los términos ya conocidos. Por un lado los Estados Unidos con un discurso liberalizador y acusando a la Unión Europea de sus altos niveles de protección arancelaria, apoyo interno subsidios a la exportación, reclamando una propuesta más ambiciosa en términos de desregulación del comercio de productos agrícolas, pero sin respuesta en torno al desmantelamiento de los enormes volúmenes de ayuda interna aprobados en la "Farm Bill" (nueva Ley Agrícola de Estados Unidos).

Por otro lado, los representantes de la Unión Europea defendieron tenazmente su Política Agrícola Común, señalando los aspectos positivos de la reforma en vías de aprobación en términos de desacoplamiento de la ayuda a los productores al amparo de la llamada "caja verde". Simultáneamente acusaban a E stados Unidos por la forma de cálculo de su ayuda interna para evitar su reducción, causante graves distorsiones al comercio global.

Por su parte los países del Mercosur y Australia, considerados extremistas tanto por Estados Unidos como por la Unión Europea, reclamaron un desmantelamiento total de todo tipo de apoyo a la agricultura por parte de los países industrializados. Muchos representantes de esos países del Sur consideran que deben luchar entre dos gigantes, sin muchas posibilidades.

Un punto relevante para América Latina fue la declaración explícita de uno de los representantes de Estados Unidos, Howard Wetzel, del servicio de agricultura exterior del Departamento de Agricultura, quien dejó muy en claro que en caso de no haber avances en materia de reducción de ayudas internas en el marco de la OMC, Washington no negociaría reducciones en sus programas de subsidios y otras ayudas internas en el marco del ALCA. Inmediatamente, el representante brasileño señaló que si no existen esas reducciones no llegaría a concretarse el ALCA. Esta situación se corresponde con la discusión sobre el comercio agropecuario dentro de las negociaciones del ALCA, donde las propuestas de Estados Unidos no cumplen ninguna de las expectativas de los países latinoamericanos.

Pero el mismo tema comienza a generar tensiones dentro de América Latina. Siguiendo con la exposición brasileña, si bien fue muy aplaudida por la rigurosidad de su exposición y la claridad de los conceptos para enfocar el tema desde la perspectiva del Sur, dejó en evidencia otros problemas. Desde la audiencia se preguntó sobre la dispar actitud de Brasil, donde por un lado reclama firmemente reducciones en las protecciones agrícolas de Estados Unidos, mientras importa productos agropecuarios subsidiados desde ese país, distorsionando el comercio dentro del propio Mercosur. Esas preguntas no recibieron respuesta.

En términos generales, el futuro del comercio internacional en carnes apunta a un aumento de la competencia, con un moderado crecimiento del consumo de carnes rojas en los países con mayor crecimiento económico y demográfico esperado. Esto pone las mayores expectativas de todos los productores, incluidos los latinoamericanos, en los mercados de Asia. Allí se deberá competir, posiblemente en forma muy dura, con exportadores europeos y norteamericanos.

Calidad, condiciones ambientales y certificación

Junto a los temas comerciales, se destacó la necesidad de mecanismos que aseguren la trazabilidad (entendida como la posibilidad de rastrear hacia atrás cualquier alimento hasta llegar a su origen). También se destacó la importancia de la calidad de los alimentos y las garantías sobre esas normas de calidad para poder avanzar en el comercio exportador. En este sentido, los diferentes especialistas coincidieron en destacar que la nueva línea de base para promover las exportaciones de carnes apuntan a la inocuidad y trazabilidad. Mientras que en el pasado esa y otras características permitían alcanzar un sobreprecio, en la actualidad se han convertido en límites para acceder a los mercados.

Asimismo, las condiciones ambientales y del bienestar animal han quedado incorporadas a la discusión, y han dejado de ser cuestión de algunas pocas organizaciones o experiencias piloto. El valor ambiental y el bienestar del ganado, ligado a condiciones naturales, ofrecen formas de diferenciar los productos, elevar su calidad y acceder a nuevos mercados. Un buen espacio del congreso de OPIC estuvo destinado a exponer ejemplos de este tipo de esquemas de diferenciación y programas destinados a las buenas prácticas para alcanzar esos atributos.

Enseguida se analizaron los esquemas de certificación que avalan las condiciones y calidad de los productos que se obtienen por esas prácticas. En ese sentido, se consideraron las Buenas Prácticas Agrícolas de los supermercados europeos (EUREP-GAP) con un sistema normativo en desarrollo para ganadería, los ya reconocidos sistemas de producción orgánica, el propuesto Protocolo de Carne Natural Certificada del Uruguay, así como diferentes programas existentes en Estados Unidos verificados por el Departamento de Agricultura.

Sea cual sea el camino seguido, en el encuentro de OPIC pareció expresarse un consenso en cuanto a que la calidad de las carnes, incorporando ahora los atributos ambientales, son escenciales para la competitividad y desarrollo del sector. A esto se agrega la importancia de presentaciones del producto adaptadas a los hábitos de los diferentes grupos de consumidores.

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Gerardo Evia es investigador en D3E (Desarrollo, Economía, Equidad y Ecología América Latina).


 

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