Comercio
 

Los problemas de aplicación en la OMC

Un diálogo de sordos

Las discusiones de la Sesión Especial del Consejo General de la Organización Mundial de Comercio (OMC) del 27 de abril revelaron que los miembros se mantienen polarizados respecto de los problemas de aplicación. Los países industrializados manifestaron su inquietud por los resultados de este sector, mientras que los países en desarrollo lamentaron que no se hubiera podido solucionar un problema que podría afectar incluso la legitimidad de la OMC.

Por Chakravarthi Raghavan

Si las reuniones de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y su Consejo General fueran abiertas al público, quienes hubieran presenciado la Sesión Especial del Consejo del 27 de abril habrían pensado que se trataba de una discusión entre habitantes de dos planetas diferentes, y no entre quienes comparten el mismo mundo y llevan tres años discutiendo el mismo asunto. La Sesión Especial del Consejo General giró en torno a la discusión de los "problemas de aplicación" y al informe del presidente de dicho Consejo, Stuart Harbinson, de Hong Kong, sobre las consultas que ha hecho desde que su predecesor –que se ocupó del tema durante la mayor parte de 2000- le cedió el cargo. Harbinson abrió la sesión declarando que "el panorama general (...) es bastante confuso" y la cerró –luego de que varios países en desarrollo señalaran que no había habido ningún progreso- con el comentario de que "las percepciones acerca de si hubo avances varían y, en ciertos casos, varían considerablemente".

El presidente del Consejo, que ya había comenzado un borrador de declaración para la Cuarta Conferencia Ministerial de la OMC que se realizará en Doha en noviembre, sugirió que se elaborara un programa de trabajo para el tema de aplicación. Para ello propuso que se organizara otra Sesión Especial hacia principios de julio y otra más, o incluso dos más, antes de Doha, además de una reunión en otoño del hemisferio norte. También aseguró que se propone realizar más consultas sobre temas que hasta ahora no han sido tocados, como temas del GATT de 1994, el tema de los textiles, las medidas de inversión relacionadas con el comercio (TRIMs), las medidas antidumping, las normas de origen, las subvenciones y las salvaguardias.

Harbinson insistió en varios puntos: que el trabajo sería regido por el mandato del Consejo del 3 de mayo de 2000, que la implementación se mantendría en otro carril, que se trata de un "proceso de tipo acción-resultado" y que el objetivo es cumplir con el mandato de completar el proceso para la fecha de la Cuarta Conferencia Ministerial.

En resumen, Canadá, Japón, la Unión Europea y unos pocos países más, como Australia y Nueva Zelanda, sostuvieron que se han logrado avances en las cuestiones de aplicación, mientras que una serie de países en desarrollo –Brasil, India, Pakistán, la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) y Zimbabwe, en representación de Africa- reiteraron que los logros son escasos o nulos y que necesitan ver algún resultado antes de Doha. La Unión Europea, que se refirió a "avances considerables" en estas cuestiones, afirmó que los asuntos de "naturaleza técnica, procesal o administrativa" podrían "resolverse rápidamente", mientras que otros de "naturaleza claramente política" tendrán consecuencias económicas o implicarán enmiendas y ajustes a los acuerdos existentes y, por lo tanto, "negociaciones". Incluso las propuestas de modificar los acuerdos o sus interpretaciones podrían implicar la introducción de cambios a las leyes nacionales de ciertos miembros y la ratificación de propuestas, alegó la Unión Europea, en un intento por explicar por qué no es posible hacer nada más, a menos que se convoque a una nueva ronda de negociaciones sobre comercio multilateral en la que se introduzca la discusión de temas nuevos.

El argumento de la Unión Europea fue muy extraño, ya que el Acuerdo de la OMC ratificado por los miembros establece claramente que son las Sesiones Ministeriales o el Consejo General los que pueden hacer interpretaciones, si bien el Órgano de Apelaciones ignora esta cláusula y constantemente agrega obligaciones a los países miembros, producto de sus interpretaciones.

Los "problemas de aplicación" y, específicamente, las reclamaciones de los países en desarrollo por no haber recibido ninguno de los beneficios prometidos por la OMC, están presentes en el organismo de una forma u otra desde 1998 y, de manera más general, fueron tratados incluso en la Primera Conferencia Ministerial, realizada en Singapur en 1996. La primera reacción del grupo dominante de la OMC fue ignorar y ridiculizar los problemas de aplicación, planteados inicialmente por observadores del mundo en desarrollo como inequidades y asimetrías de la OMC. Luego se allegaron a discutirlos, como para calmar los ánimos, y se habló de brindar ayuda técnica a los países en desarrollo para la aplicación de sus compromisos con la OMC.

La OMC y las estructuras de poder han intentado sacarse de encima a los países en desarrollo con interminables charlas y sugiriendo hasta el cansancio que la solución a todos los problemas consiste en una mayor liberalización, así como en asumir nuevas obligaciones y compromisos. Los países industrializados, que no lograron cerrar el asunto en Singapur –cuando los ministros trataron el tema en sus declaraciones plenarias- ni en Ginebra –con la desdeñosa declaración de la representante comercial de Estados Unidos, Charlene Barshefsky, en la Segunda Conferencia Ministerial, quien dijo: "nosotros cumplimos con nuestras obligaciones y ustedes cumplan con las suyas"-, tampoco lograron sacar la cuestión de la agenda de la Tercera Conferencia Ministerial que se realizó en Seattle en 1999. Y desde entonces, los países del Norte, en particular Canadá, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, intentan sacarse de encima al mundo en desarrollo con vagas promesas y tratando de engatusarlo para llevar a cabo nuevas negociaciones y que asuma nuevas obligaciones.

Los problemas de aplicación, que inicialmente fueron planteados por unos pocos países en desarrollo –y formulados como propuestas en los albores de Seattle por el Grupo de Países de Espíritus Afines-, inquietan ahora a la mayoría de los países, aunque algunos representantes en la OMC apoyan la propuesta de Europa y Japón de incluirlos en una nueva ronda de negociaciones sobre comercio multilateral que incorpore temas nuevos. No se ha logrado avanzar ni hacer olvidar la cuestión, a pesar de las presiones. Por lo tanto, cada día aumenta la desilusión del mundo en desarrollo hacia la OMC y por otro lado la exigencia de mejoras y ajustes, a pesar de los esfuerzos de los principales países industrializados por utilizarla como un instrumento de "gobernanza mundial".

La situación fue bien resumida por el embajador de Brasil ante la OMC, Celso Amorim, cuando dijo que "la legitimidad de la OMC" está en juego ahora y que el ejercicio de aplicación debe tomarse muy en serio. Amorim sostuvo que en Brasil y en otros países en desarrollo hay un "sentimiento de frustración generalizado" respecto de los resultados de la Ronda Uruguay que dio nacimiento a la OMC, así como con relación a los "desequilibrios que no se percibían en 1993-1994 pero que ahora se han vuelto visibles". La sociedad brasileña en su conjunto "es cada vez más escéptica sobre los beneficios que otorga un sistema de comercio multilateral, y es necesario revertir esa tendencia, aseguró.

Aunque Brasil inició unilateralmente su liberalización en la década del 90, a menudo a un costo social muy alto, no todos los principales miembros de la OMC hicieron lo mismo, y el mercado de los países industrializados permanece cerrado, sobre todo en sectores de interés de Brasil, como la agricultura. Hace muy poco tiempo, Brasil experimentó dificultades con la aplicación de ciertos acuerdos, como el Acuerdo sobre Subvenciones y Medidas Compensatorias y el de Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, lo cual le ha causado graves pérdidas en ciertos sectores de la economía.

"En este contexto, no sorprende estar ante el peligro de que se desate una gran reacción contra el libre comercio y el sistema de la OMC", comentó Amorim. "En Brasil hay una profunda frustración respecto de lo que el presidente Fernando Henrique Cardoso ha llamado globalización asimétrica. Por un lado, abrimos nuestros mercados, pero los países desarrollados siguen examinando inflexiblemente nuestras políticas comerciales a la luz de las normas de la OMC. Por otro lado, los mercados del mundo desarrollado permanecen cerrados en sectores en los cuales los países pobres tienen ventajas comparativas, pero no contamos con las cláusulas legales necesarias para cuestionar dichas prácticas en la OMC".

Amorim sostuvo que es necesario resolver esta situación. "La legitimidad de la OMC está en juego. Mucho más que nuestros gobiernos, son nuestras sociedades las que deben convencerse de que la OMC es necesaria y positiva para los países, tal como aún creemos que lo es. En otras palabras, debemos hacer de la OMC algo más atractivo para los países en desarrollo", concluyó el diplomático brasileño.

El discurso de Amorim fue muy duro, sobre todo teniendo en cuenta que procedió de un país que, al principio, se mantuvo mucho más reservado.

No se han logrado verdaderos avances

En el discurso de apertura, el presidente del Consejo General informó de las consultas realizadas en torno a los acuerdos sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, Agricultura, Servicios y Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (TRIPs), además de sobre la terminología utilizada para tratar problemas y propuestas complejos. Una muestra de dicho informe alcanza para percibir el modo en que se están tratando dichos asuntos. Por ejemplo:

* En cuanto a las Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, no hubo avances sustantivos. Según el informe, en lo referido al texto de Mchumo "deben realizarse más consultas y estudios". (El documento de Mchumo se refiere al proyecto de declaración enviado a Seattle por el entonces presidente del Consejo General, Ali Mchumo, por iniciativa propia. Dicho texto contenía una lista de propuestas de implementación; el párrafo 21 indicaba las cuestiones que deberían decidir los Ministros en Seattle y el 22, los temas que deberían resolverse en el año subsiguiente). El presidente indicó también que las dificultades que hacen que los países en desarrollo no tengan acuerdos de equivalencia han sido referidas al Comité sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias. Además, habló de un "primer vistazo" a todos los temas en el párrafo 22 de este acuerdo.

* En agricultura tampoco hubo avances, sólo se informa que continúan las conversaciones. Según el informe, dos de los temas fueron incorporados a las negociaciones sobre agricultura y es poco probable que se registren avances inmediatos en el contexto de aplicación. En cuanto a la decisión de Marrakech sobre los países menos adelantados e importadores netos de alimentos, las propuestas se discuten en el Comité de Agricultura y el vicepresidente de dicho comité realiza consultas informales en cuanto a ayuda alimentaria, acceso a financiación y asistencia técnica y financiera. El Consejo General debería haber recibido en mayo un informe sobre los avances obtenidos. El informe de Harbinson trata el tema de los créditos para la exportación y comenta que no se utilizan para eludir los compromisos de subvención a las exportaciones, lo cual se discute en el Comité de Agricultura.

El Consejo General ha tomado una decisión respecto de los contingentes arancelarios, que fue enviada al Comité de Agricultura, y mantiene la posibilidad de que "sea deseable" presentar un informe en la reunión de julio.

* En cuanto a los Servicios, las discusiones fueron "bastante alentadoras" y es probable que el Consejo General deba volver sobre ellas.

* Respecto al Acuerdo sobre TRIPs y el párrafo 21, el panorama es "bastante confuso" y es posible que el Consejo General deba volver sobre este tema cuanto antes. En cuanto a la relación entre el Acuerdo sobre TRIPs y el Convenio de Diversidad Biológica, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Consejo sobre TRIPs discutió en base a las opiniones remitidas por los miembros y se está trabajando sobre el tema. La discusión del artículo 66.2 del Acuerdo sobre TRIPs (acerca de la obligación de los países industrializados de brindar incentivos a sus empresas a fin de transferir tecnología a los países menos adelantados) estuvo incluida en la agenda de la sesión del Consejo sobre TRIPs de abril y se suponía que sería retomada más adelante. También se trataría el problema de acceso a los medicamentos.

* El Consejo General debería retomar el análisis de las posibilidades de volver operativas ciertas cláusulas de trato especial y diferenciado de los acuerdos de la OMC, sobre las cuales se hicieron numerosas declaraciones en las consultas del 19 de marzo. Habría que centrar la atención en cómo deberían tratarse las restricciones del lado del suministro.

Numerosas declaraciones, pero escasos progresos

Dado el método de trabajo de la OMC por el cual los asuntos especiales se consideran en consultas informales cuyo propósito, para muchos, es dejar afuera a los países en desarrollo, las delegaciones se presentan en las reuniones formales para hacer sus declaraciones y documentarlas. La reunión del Consejo General del 27 de abril no fue una excepción; entre 30 y 40 delegaciones hablaron en dos sesiones, y su única conclusión fue que es necesario continuar forjando "un procedimiento basado en acciones y resultados" paralelo al proceso de preparación de la Conferencia Ministerial de Doha.

Tailandia, en nombre de la ASEAN, sostuvo que los temas e inquietudes tratados por el Consejo General en la decisión de mayo de 2000 no deberían dejarse de lado. En cuanto a los órganos subordinados, el Consejo General debería decidir en base a aquéllos que han preparado informes y fijar un plazo final para que otros organismos entreguen sus propios textos. También deberían intensificarse las discusiones sobre otros asuntos importantes, como antidumping y subsidios, lo antes posible. Para completar este procedimiento antes de la Cuarta Conferencia Ministerial, deberían convocarse otras tres Sesiones Especiales formales sobre aplicación para junio, julio y a fines de octubre, cada una de las cuales debería estar precedida de consultas informales. Las cuestiones de aplicación no se pueden resolver "sin un compromiso de buena fe" por parte de todos los miembros, y el proceso de restitución de la confianza así como el éxito de la Conferencia de Doha, dependerán en parte del resultado de dicho procedimiento de aplicación.

La Unión Europea manifestó su deseo de que progresen las cuestiones de aplicación y aseguró que se toma muy en serio este asunto a fin de encontrar "soluciones prácticas a problemas genuinos". Por su parte, no está de acuerdo en que hasta ahora se han logrado escasos progresos. En su opinión, en las próximas semanas podrían tomarse decisiones respecto de algunas propuestas, aunque para otras se necesita la aprobación de los ministros que participarán en Doha y para otras incluso será necesario esperar los resultados de las negociaciones posteriores a la Conferencia. En Doha, los ministros podrían tomar decisiones sobre subvenciones, medidas antidumping y el sector de textiles y vestido. En cuanto a los temas que requieren negociación, la Unión Europea subrayó la necesidad de que los ministros ordenen en Doha "que se revisen las cláusulas de trato especial y diferenciado" y sostuvo que los países del Sur no tendrán que pagar dos veces. Los resultados de las consultas no son "confusos" sino "magros", indicó la Unión Europea.

Pakistán insistió en que las decisiones tomadas por el Consejo General en mayo de 2000 exigían acciones y resultados antes de la Cuarta Conferencia Ministerial y manifestó su desacuerdo con la Unión Europea respecto del trato especial y diferenciado; además manifestó su decepción porque se discutió muy poco el asunto de los textiles y sostuvo que había que dedicar una sesión entera sólo para ese tema. "Los resultados para el sector de los textiles serán piedra angular" en la evaluación que haga este país del éxito o fracaso del ejercicio de aplicación. Y será difícil ir más lejos si no se adoptan soluciones antes de Doha.

Japón habló de los temas en los que se obtuvieron progresos, destacados en el informe del presidente, y señaló que los problemas de aplicación no son los únicos que necesitan solución en los preparativos de Doha. Las cuestiones de aplicación deben verse desde una perspectiva más amplia, para la cual Doha no es el final. Habría que pedir a los ministros que tomen una decisión –o varias- con el fin de resolver estos asuntos, pero no necesariamente en la Conferencia Ministerial.

Estados Unidos también aseguró, junto con la Unión Europea y Japón, que sí hubo avances. Desde hace casi un año Estados Unidos ejerce la "restricción debida" sobre los TRIMs y está comprometido en la búsqueda de soluciones. También se mostró complacido de que el Consejo sobre TRIPs se disponga a discutir las flexibilidades que habrá que observar en dicho Acuerdo para enfrentar situaciones de crisis en la salud.

Zimbabwe declaró, en nombre del Grupo Africano, que los problemas de aplicación son cruciales y que la resolución de estos trastornos influirá mucho en la confianza del Grupo hacia el sistema de la OMC. Todos los problemas de aplicaicón deberían solucionarse a más tardar en la Conferencia de Doha. Para el Grupo Africano otro tema de importancia central es que se vuelvan operativas las cláusulas del trato especial y diferenciado de los acuerdos de la OMC, y que sean obligatorias. Esta sería una contribución positiva a la "integración equitativa al sistema de comercio multilateral". También habrá que "revisitar" los acuerdos de la OMC para asegurarse de que impliquen equidad, equilibrio y mutuos beneficios para los países en desarrollo.

Tanzania dijo en nombre de los países menos adelantados que, si hubo progresos, estos se produjeron en áreas muy limitadas y aún queda una enorme cantidad de terreno sin cubrir. Su mayor preocupación fue el estancamiento en las Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, las barreras técnicas al comercio, los Acuerdos sobre TRIMs y TRIPs, y las cuestiones transfronterizas. Los problemas de aplicación deben resolverse en Doha, a más tardar, anunció Tanzania. Si no es posible llegar a un acuerdo en cuanto a cómo hacerlo, "se cernirá una sombra muy grande sobre la agenda de la Conferencia de Doha".

India no estaba conforme con el trabajo del Comité de Evaluación de Aduanas ni con el informe redactado por la presidencia del mismo. En cuanto al Acuerdo sobre TRIPs, se manifestó muy favorable a la reunión especial de un día que tendría el Consejo sobre TRIPs, a fin de discutir el problema del acceso a medicamentos. Uno de los pedidos de este país es que se presente al Consejo General un informe detallado sobre el tema mencionado, así como acerca de las excepciones a la patentabilidad y del vínculo entre el Acuerdo sobre TRIPs y el Comité de Evaluación de Aduanas. Habría que organizar una Sesión Especial del Consejo General para tratar el Acuerdo sobre TRIPs, concluyó India. Estos temas ocupan la atención de los gobiernos, las ONG y la sociedad civil.

Brasil no estuvo de acuerdo con la opinión del presidente acerca del progreso en la relación entre el Acuerdo sobre TRIPs y el Comité de Evaluación de Aduanas y declaró que por ahora, lo único que se sabía era que el Consejo sobre TRIPs había discutido el asunto pero "se habían logrado escasos progresos debido a la resistencia de unas pocas delegaciones". Este es un tema de particular interés para Brasil, de ahí su frustración por los escasos avances registrados. Este país también se opuso a la categorización de los temas de implementación en los que se podrían decidir de inmediato, los que deberían tratarse en Doha, y los que sólo serían tema de nuevas negociaciones. Al excluir desde el principio ciertas propuestas consideradas "demasiado difíciles", antes incluso de que los miembros iniciaran discusiones serias y sustantivas, se eliminaron las posibilidades de llegar siquiera a un acuerdo. Esto significaría el fracaso del ejercicio al cual se comprometieron en la decisión del 3 de mayo de 2000, según el cual, el Consejo General "evaluará las dificultades existentes, identificará modos de resolverlas y tomará decisiones respecto de las acciones adecuadas". Aún cuando el Consejo General no está en posición de tomar decisiones, debería atravesar las dos primeras etapas. En efecto, Brasil citó la declaración que hizo el presidente Cardoso en la última Cumbre de las Américas, que se realizó en abril en Québec: "Insistiremos en que los beneficios comerciales sean compartidos en pie de igualdad entre todos los participantes, la apertura comercial sea recíproca y que atenúe –en lugar de agravar- la situación que existe en nuestra región".

Mauricio pidió un plan de acción estructurado y centrado en estas cuestiones, para ponerlo en marcha en estos meses, antes de Doha. En tanto Nueva Zelanda sostuvo que sólo sería posible avanzar si hay consenso y que las propuestas sobre implementación no eran más que eso, propuestas. Es decir, que deben ser examinadas, evaluadas y discutidas, y que "no siempre serán aceptadas". Este país insistió también en que no se podían renegociar ciertos elementos de los acuerdos existentes de manera totalmente independiente y señaló que los problemas de implementación que están sobre el tapete fueron planteados en el contexto de un "proceso más amplio" (en pedido de una nueva ronda) antes de Seattle. ¿Estaba evitando tocar el tema que realmente importaba?

Malasia rechazó todas las propuestas que categorizaran asuntos relativos a la implementación (refiriéndose a lo que se podía lograr antes, durante y después de Doha). Varios asuntos que figuran en los párrafos 21 y 22 del documento de Mchumo ni siquiera fueron discutidos, como los subsidios. "Sospechamos que las propuestas de categorizar son sólo intentos de evitar el centro de la cuestión, que es encontrar solución a los problemas de aplicación". Según Malasia, si estos temas no se tocan y se resuelven antes de Doha, "podrían afectar seriamente el proceso preparatorio y nuestro temor es que eso tenga consecuencias graves". Malasia mencionó además un asunto jamás tratado hasta ahora: "ciertos programas de desarrollo" aplicados por los países en desarrollo deberían considerarse como "no realizables" si se sigue la interpretación del Artículo 8 del Acuerdo sobre Subvenciones, o si se considera a la luz de los subsidios de tipo Artículo 8. Los países industrializados ofrecieron una serie de subsidios en forma de subvenciones monetarias o de otro tipo a los inversores, cuando los instaron a seleccionar un lugar donde invertir brindándoles algún beneficio.

Esta opción estaba abierta para los países en desarrollo, pero dado lo limitado de sus recursos, no pudieron ofrecer esos incentivos. "Pero, irónicamente, los incentivos fiscales ofrecidos por varios países del Sur fueron considerados accionables. Los mismos fueron ofrecidos sólo para ayudar a superar las desventajas inherentes que enfrentaban los inversores en su territorio, como la carencia de una infraestructura adecuada. Y no se brindan como subsidios". Esta fue sólo una de las numerosas propuestas en el sector de las subvenciones, que debería tratarse y resolverse antes de la Cuarta Conferencia Ministerial. Habría que encontrar soluciones reales para ajustar los desequilibrios y desigualdades, así como para restituir la confianza de los países en desarrollo en el sistema de comercio multilateral de la OMC.

En cuanto a los asuntos presentados ante el Comité de Subvenciones, Malasia protestó porque varias preguntas planteadas por ciertos miembros ante dicho Comité, "simplemente no eran de naturaleza técnica" y no eran necesarias para encontrar soluciones o recomendaciones técnicas.

Australia declaró que sería más factible cambiar las normas de la OMC y las legislaciones nacionales pertinentes en un contexto de negociación más amplio. Canadá manifestó su deseo de que los progresos obtenidos en cuanto a la aplicación de los acuerdos fueran visibles en el informe del presidente. Egipto sostuvo que no se han obtenido grandes resultados y que cuando, junto con otros países del Sur, presentó propuestas concretas para resolver los problemas de aplicación en los preparativos de Seattle, su "objetivo era, y sigue siendo, reequilibrar los acuerdos de la Ronda Uruguay en diferentes sectores" que son prioritarios para ellos y para eliminar las desigualdades heredadas de esos acuerdos de un modo que tuviera sentido y les permitiera avanzar. Las promesas de beneficios incumplidas que citó Egipto fueron las del sector de agricultura y textiles.

Las decisiones tomadas el 3 de mayo y el 15 de diciembre por el Consejo General fueron cuidadosamente negociadas y fueron claras y precisas, de modo que no hubo lugar para intentos de malinterpretar o volver a redactar nada. Se le exigió al Consejo que tratara los problemas de aplicación con el objetivo de resolverlos y adoptar decisiones en la Cuarta Conferencia Ministerial fijada, a más tardar, para comienzos de noviembre. Sólo faltan pocos meses para dicha reunión y la situación "impresiona mal, es una total desilusión". Egipto desea que sus principales socios comerciales muestren una mejor disposición. Pero ese compromiso está ausente, a pesar de lo cual "aún no se ha perdido totalmente la esperanza". Egipto espera un mayor progreso en sectores de su interés, como Agricultura, el Acuerdo sobre TRIPs y el de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias.

Los temas relativos a Subvenciones, Textiles y Vestido, Antidumping, Acuerdo sobre TRIMs y normas de origen no fueron ni siquiera señalados en los textos de la Presidencia. El Consejo General se puso de acuerdo en cuanto al "mapa de ruta" o "programa de trabajo" que se llevará a cabo desde ahora hasta la Conferencia de Doha. Los socios comerciales deberían establecer un compromiso constructivo y obtener la voluntad política. Al final, India y Pakistán señalaron que los problemas de aplicación fueron presentados mucho antes del proceso de preparación de Seattle, en setiembre de 1998, cuando no existía ningún acuerdo sobre "emprendimiento individual", y tales planteos tenían peso por sí mismos.


 

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