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Comercio
 
OMC

EE.UU. y UE presentan temas
para próxima ronda

En las reuniones informales que precedieron a la sesión especial del Consejo General, los miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) presentaron su "lista de aspiración" de los temas a negociar en la tercera reunión ministerial. Detrás de las posiciones de diversas delegaciones, incluso de países del Sur, subyace la opinión de que la liberalización económica es necesariamente beneficiosa. Carentes de una estrategia coherente en la OMC, los países en desarrollo podrían ser tragados por la ola de la liberalización y terminar accediendo a las exigencias de los países industrializados en cuanto a una mayor apertura de los mercados.

Por Chakravarthi Raghavan


Los embajadores acreditados en la Organización Mundial de Comercio (OMC) que se han estado reuniendo en sesiones informales del Consejo General para preparar la Tercera Conferencia Ministerial en Seattle (Estados Unidos), culminaron en la primera semana de febrero la primera ronda de discusiones de los temas en términos del mandato fijado por la Conferencia Ministerial de Ginebra del año pasado. El 25 de febrero era la fecha en la que debía celebrarse una reunión formal del Consejo General para acordar un programa o cronograma de trabajo. Algunos de los países más poderosos trataron que la labor se completara en la época estival del hemisferio norte.

La Declaración Ministerial de Ginebra, en el párrafo 9, encomendó al Consejo General la realización de un proceso preparatorio que abarcaba cuatro puntos:

* las cuestiones relativas a la aplicación de los acuerdos y decisiones vigentes; las negociaciones ya comprendidas en el mandato de Marrakech; y los trabajos futuros ya previstos en otros acuerdos y decisiones vigentes adoptados en Marrakech;

* recomendaciones con respecto a otros posibles trabajos futuros sobre la base del programa de trabajo iniciado en Singapur;

* recomendaciones sobre el seguimiento de la Reunión de Alto Nivel sobre los Países Menos Adelantados;

* recomendaciones resultantes de la consideración de otros asuntos propuestos y aceptados por los miembros acerca de sus relaciones comerciales multilaterales.

Los temas contemplados en los tres primeros numerales han sido discutidos en reuniones informales previas. Pero en la última ronda de esas reuniones (29 de enero y 2 de febrero) -entre medio de las cuales transcurrió la "lucha del banano" y se hicieron diversas maniobras para seleccionar un nuevo director general- individuos así como grupos y subgrupos de delegaciones intentaron introducir temas de negociación y listas de aspiraciones, algunos conflictivos cuando no contradictorios.

En esta última ronda de discusiones figuraron las cuestiones de inversión y competencia -que están en los programas de estudio comprendidos en el mandato de Singapur- así como los temas que Estados Unidos y la Unión Europea han estado tratando de introducir en la agenda de negociaciones de la OMC: normas laborales y acciones de comercio con supuestos fines de protección ambiental.

En materia de inversión y competencia hay dos grupos de trabajo de la OMC que están estudiando los temas y cuyo mandato ha sido ampliado, pero hay presiones -en especial de parte de la Unión Europea- para que produzcan informes en julio, de manera que la Tercera Reunión Ministerial podría tratar la cuestión de si adoptar o no negociaciones y posiblemente se incluyan los temas en la nueva ronda de negociaciones.

Un "paquete" de acuerdos

La Unión Europea ha estado promoviendo el concepto de una "ronda de negociaciones amplia" con temas nuevos y viejos. Varios miembros del Grupo Cairns, en especial los de América Latina, "se engancharon" a la idea de que para que la Unión Europea haga concesiones en agricultura es necesario incluir esos temas nuevos en la agenda y que se resuelvan como un todo.

Esta perspectiva de un "paquete" y un resultado favorable que incluiría cuestiones comerciales y ayudaría a las oportunidades de exportación de los países en desarrollo ha sido planteado reiteradas veces a los países en desarrollo en las anteriores rondas del GATT, incluida la Ronda Uruguay. Pero los resultados han sido avances ínfimos, sin ningún acuerdo o beneficio sustancial.

Es muy posible que al final del siglo se intente repetir la historia. Estados Unidos, que inicialmente se oponía a una nueva ronda con varios temas y en cambio se inclinaba por centrarse en más negociaciones sobre agricultura y servicios, ahora parece dispuesto a aceptar una nueva ronda amplia para incluir normas laborales y ambientales en la OMC, y tener así a su disposición un instrumento de política restrictiva del comercio más discrecional.

Pero también se ha señalado que no se va a esperar a que todos los temas de negociación sean resueltos. El tema laboral se presentó para lograr algunos avances tentativos, como la formación de un grupo de trabajo sobre el trabajo infantil, de manera de presentarlo con un viso de moralidad que haga difícil a los países en desarrollo oponerse y bloquearlo, en especial cuando se lleve a cabo la próxima reunión ministerial en la costa occidental de Estados Unidos y los grupos sindicales y ambientales de ese país aumenten la presión.

La necesidad de Estados Unidos de lograr una apertura de los mercados y sus amenazas con la "familia 301" de las leyes comerciales estadounidenses son presentadas como necesarias para impedir que el proteccionismo interno vuelva a instalarse debido al creciente déficit comercial de Estados Unidos, que se estima alcanzará los 300.000 millones de dólares en 1999.

Oda a la liberalización

Y la "liberalización" es impuesta a los países en desarrollo como algo "bueno" para su crecimiento y desarrollo económicos. Mientras que la crisis financiera que se ha propagado de región en región parece haber logrado que los ministros de Hacienda y varios economistas de la corriente mayoritaria de los países en desarrollo reconsideren sus postulados, no parece haber ocurrido lo mismo con las delegaciones comerciales acreditadas en Ginebra. E incluso en el caso de los ministros de Hacienda, su pensamiento todavía parece estar dominado por las teorías de que la "liberalización" es buena en cualquier condición y conllevará "eficiencia económica" y desarrollo.

Los ministros de Hacienda de los países en desarrollo también acarician la idea de que las corrientes de Inversión Extranjera Directa (IED) son distintas de otros tipos de corrientes de capital (corrientes a corto plazo, inversiones de cartera, préstamos bancarios, entre otros), aun cuando actualmente existe una cantidad considerable de material, incluso documentos del personal del FMI y el Banco Mundial, que explican que en un mundo (mercado financiero) de derivados extrabursátiles, la distinción entre los diversos tipos de corrientes de capital son, en el mejor de los casos, muy difíciles de identificar y a menudo no existen.

Pero por encima de las nuevas interrogantes y dudas, los ministros de Comercio y sus funcionarios en Ginebra se han tragado todas las teorías de Heckscher-Ohlin y Samuelson sobre comercio y bienestar para todos. Las primeras postulan que la proporción relativa de los factores de producción de cada país determina los modelos comerciales de exportación e importación. La teoría de Samuelson predice que el libre comercio igualaría los precios de los factores reales entre los diferentes países, y que si hay libre comercio, los salarios de los países desarrollados y en desarrollo finalmente convergerán y habrá prosperidad y bienestar para todos. La teoría de Samuelson asume, además, que el comercio es entre dos países, que hay sólo dos bienes y dos factores de producción con diferente distribución en los dos países, que hay una movilidad perfecta de bienes (sin aranceles, controles al comercio ni costos de transporte) y que existe una competencia perfecta de las economías internas.

Las teorías de Heckscher-Ohlin y Samuelson siguen siendo teorías y son, en el mejor de los casos, una aproximación a verdades a medias en la experiencia de algunos países desarrollados. Pero en el marco de las teorías neoliberales, incluida la ideología de la "liberalización" y "globalización", con sus manifestaciones extremas de liberalización total del comercio de bienes y servicios y de corrientes de capital, se han convertido en verdades que no necesitan prueba alguna de estudios empíricos ni de "hechos" que las respalden.

No obstante, José Serra, un economista brasileño que ocupó posiciones dentro del área económica en el gobierno de Brasil y ahora es ministro de Salud, señaló en un artículo publicado en noviembre de 1998 en el diario Folha de Sao Paulo que las experiencias concretas de la década del 90 falsificaron claramente la premisas de esta tesis. "La primera, de que la abundancia, la liberalización y la desregulación de los movimientos de capital aumentarían continuamente la inversión y las tasas de interés en los países emergentes, hasta ahora no ha sido confirmada. No existe ningún mecanismo que asegure que el capital externo con libertad total de movimiento se colocará en proyectos de inversión nuevos y mejores, desde el punto de vista del desarrollo sustentable".

"La segunda premisa", señalaba Serra, "era que la diversificación de carteras en todo el mundo produciría estabilidad, ya que siempre habrá unos mercados que se amplíen y otros que caigan, y aumentar la información y la transparencia en todas las economías ayudaría a guiar la actividad de inversión a la vez de hacerla menos riesgosa. Pero en la práctica esta estabilización no se materializó ya que los inversionistas en los mercados emergentes se comportan como una manada de gacelas. Es suficiente que uno de ellos se asuste por la presencia de un felino (depredador) para provocar una estampida generalizada".

Resulta interesante observar que en una reunión de consulta privada convocada por la Secretaría General de la UNCTAD en la primera semana de febrero sobre "Globalización y Desarrollo Sustentable", varios expertos académicos sugirieron que no hay pruebas de que la IED promueva el desarrollo, y consiguientemente sería necesario emprender una investigación, respaldada por estudios empíricos en varios países en desarrollo, para sacar dicha conclusión.

Dentro de la OMC

Varias de las opiniones y posiciones adoptadas por las delegaciones en las reuniones del proceso preparatorio de la OMC parecen estar muy teñidas de dogma neoliberal y falsas premisas. Todas las reuniones de la OMC, tanto formales como informales, son llevadas a cabo en privado, y si bien la Secretaría levanta algunas actas, no hay forma de que la opinión pública de diversos países -e incluso los gobiernos y sus diversos estamentos- pueda saber si sus delegados estuvieron presentes en todas las instancias, qué opiniones expresaron y con cuáles discreparon, o si emitieron alguna declaración general que podría interpretarse como un apoyo al "consenso" al estilo de la OMC, "los que están presentes no hacen ninguna objeción formal", pero no hay ningún registro ni se hace referencia al quórum como para saber quiénes estuvieron realmente presentes.

Diversas presentaciones, así como pronunciamientos de altas personalidades durante el proceso de la OMC, sugieren que la "nueva ronda", en caso de ser lanzada, nuevamente incluirá la exigencia a los países en desarrollo a que "abran" sus mercados y "liberalicen" sus importaciones de bienes y servicios, y que "se desarmen" de los instrumentos de política interna para facilitar las estrategias de inversión de las empresas transnacionales.

Algunos de esos pronunciamientos públicos fueron los del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en su discurso sobre el Estado de la Unión, el de la Representante Comercial del mismo país, Charlene Barshefsky, ante el Congreso, así como en el simposio de Davos y otros lugares, al igual que otras figuras del gobierno estadounidense y el Comisario de Comercio de la Unión Europea, Leon Brittan.

Las medidas comerciales unilaterales y las amenazas de represalia de Estados Unidos contra otros interlocutores comerciales -ya sea en las diferencias con la Unión Europea por el banano y la hormona en los productos cárnicos como en otras- e incluso más, el anuncio de que se volverían a instaurar las disposiciones "Super 301" de la ley de comercio de Estados Unidos por orden del Ejecutivo, y las justificaciones presentadas por los funcionarios y los medios de difusión de ese país, dan a entender que hay perspectivas de que se recurra a la amenaza de ejercer presiones y aplicar acciones proteccionistas internas por parte del Congreso para obtener concesiones comerciales de otros países.

Bhagirath Lal Das, un antiguo negociador y veterano observador comercial de India, señaló recientemente en una comunicación el ritmo frenético de las reuniones formales e informales, y se preguntaba si los embajadores comerciales, en especial los de los países en desarrollo, tienen tiempo para leer y dedicarse a las cuestiones sustantivas planteadas por los mismos temas viejos, vestidos como nuevos y presentados por los países industrializados más poderosos.

Según algunos participantes de esas reuniones informales, los países en desarrollo han reaccionado en su gran mayoría a las propuestas de otros, y con frecuencia es difícil saber si es sobre la base de políticas consideradas en las capitales, o reacciones del momento de los negociadores. Y si los países en desarrollo entraron en la Ronda Uruguay sin prepararse y desunidos, ahora parecen estar en una posición peor, y no hay evidencias de que se esté forjando una política y estrategia coherentes en las capitales nacionales ni siquiera de los países en desarrollo más importantes. Si bien el punto de contacto y los vínculos entre las políticas y los sectores del "comercio" tradicional y las políticas y sectores macroeconómicos (monetario y financiero) preocupan a los académicos y responsables de la política económica de la mayoría de los países en desarrollo, la formulación de las políticas todavía parece estar compartimentada y ser motivo de disputa entre los ministerios competidores.

Con el pedal a fondo

La maquinaria misma de la OMC rechina con el pedal a fondo que se le ha impuesto para presentar las agendas comerciales de Washington y Bruselas como ventajosas para el mundo en desarrollo, y en especial a los grupos no gubernamentales ambientales y de desarrollo, a través de un proceso de "captación" y "apertura gradual" a la sociedad civil, a través de documentos informativos y la publicación de las resoluciones de los grupos especiales, y tal vez la oportunidad de presentar notas amicus curiae.

No obstante, en una reunión entre el director de la OMC y algunas organizaciones no gubernamentales (ONG) en la primera semana de febrero, dos destacados representantes de ONGs de África y Asia dejaron en claro que no se dejarían impresionar y que exigían "un proceso decisorio transparente y democrático" en la OMC, de manera que la población de cada país sepa con algunos meses de anticipación lo que se procuraba negociar y así pueda influir en sus propios gobiernos, averiguar si los representantes oficiales estaban realmente presentes para hacer saber claramente sus opiniones y tomar una posición, y exigirles que "rindan cuentas" en sus propios países.


 

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